Hola. Tome un asiento. Está cómodo?
Bueno. Yo sé que no me puede ver, pero por favor, abra tu mente y escúcheme.
Prometo que todo quedará claro pronto, y me verá como lo que soy, y lo que soy
capaz de hacer. Ahora, permítame presentarme.
Mi nombre es Adán. Pues, es uno de
los nombres por los que me conocen. Me llaman múltiples nombres diversos en
países diferentes de todo el mundo. Adán
es uno de mis nombres más comunes en los Estados Unidos, junto con Molly. En México me llaman Tacha, en España, me conocen como Sol, Delfín, Pajarito, o Tulipán, entre
otros apodos (Drogopedia). Yo se que todos estos nombres no reflejan un género,
es que soy neutral, sin género. Pero usted puede llamarme Adán. Regresaré a la
historia de cómo recibí este nombre en un momentito.
Como podría haber
adivinado, viajo mucho. Pero también estoy en todas
partes a la vez. Entonces el modo en que me identifican depende de la lengua y
la región del país en que estoy. Eso dicho, hay ciertas personas, de todo el
mundo, que me identifican como si fuera su dios. Me adoran. Siempre me
contemplan y cuando me obtienen, celebramos juntos. Pero la verdad es que ellos
están perdidos. No soy deidad ni hilandero del destino, aunque tengo un gran
poder de cambiar la vida de la gente para siempre—para bien o para mal.
Fui concebido gracias a la curiosidad, creatividad, e inteligencia
humana. Desde entonces, perdí la cuenta de cuántas vidas he tomado, y también
de cuántas otras he mejorado. He encarcelado y liberado muchas personas—en
múltiples sentidos. Por un lado, ha habido un esfuerzo humano para prohibirme,
para mantenerme alejado de la gente. Pero también ha habido un esfuerzo para
introducir mi potencial a todo el mundo, y mucha gente ha recorrido un largo
camino para encontrarme, obtenerme, y conocerme. Supongo que pudiera decir que
soy un poco controversial. Jajaja.
¿Está bien confundido ya? ¿O ha averiguado qué soy yo? Pues, para ahorrar el
tiempo y no perder su atención, permítame ser más conciso. No soy humano. No
soy vivo, aunque soy inmortal. Yo soy el éxtasis, lo que los científicos llaman
el MDMA, lo que la gente llama la píldora
de amor y asocia con los jóvenes en las discotecas. No revelé mi identidad
tan claramente al principio, para que me diera una oportunidad y no me juzgara
sin primero conocerme. Ahora, voy a compartir con usted unos datos de mi
historia. Incluiré unas anécdotas significativas para que dar a usted un mejor
sentido de mi carácter esencial. Es importante que entienda que no soy todo
bueno ni todo malo. El hecho es que yo pudiera contar un millón de historias
sobre los actos que he hecho, o por lo menos lo que he facilitado. Pero mejor voy
a escoger unas dos historias evocadores—que persisten en mi mente—que
simbolizan mi lado oscuro y también mi luz, y representan todo lo que soy capaz
de hacer.
Pero empecemos por el principio. Fui concebido en el año 1912. Fue más
o menos accidental, en que era un químico intermedio en la síntesis de un
agente de coagulación, y fui reconocido por la compañía farmacéutica alemána, Merck.
No me prestaron mucha atención al principio. Durante la Segunda Guerra Mundial,
el ejército estadounidense me incluían en unos experimentos que estaban
haciendo sobre unas drogas psicoactivas con animales y pacientes psiquiátricos.
Pero aparte de eso, era casi olvidado, es decir, hasta el año 1965, cuando Alexander Shulgin, un
químico de Dow Químicos, empeció a sintetizarme. Unos años después, él y yo nos
conocimos formalmente—si usted sabe a lo que me refiero—y me presentó a sus
amigos. Ellos me veían como una ventana a sus propias interioridades, y juntos,
hacíamos viajes psicológicos y espirituales. Uno de sus amigos, el psicólogo
Leo Zeff, es el hombre que me dio el nombre Adán, por el hecho que sentía que
yo elimino los mecanismos de defensa egoístas e induzco en el usuario un estado
primordial de inocencia (J.C.T.)
Para abreviar una larga historia, durante los años setenta y ochenta,
me hice cada vez más popular, aún gané el reconocimiento de unos líderes espirituales.
Rabinos, monjes, sacerdotes y gurús me dieron crédito por ayudarles a conectarse
con Dios y el universo, y obtener la iluminación. El sacerdote católico Michael
Clegg dijo que yo cumplía sus deseos de saber los pensamientos de Dios, y él me
dio un nuevo nombre: “éxtasis.” En realidad lo que yo cumplí para Clegg era su deseo de ser rico—me
vendía en clubes. Yo podía ser comprado con una tarjeta de crédito, y Clegg se
hizo millonario. En el año 1985, el programa de televisión americano The Donahue Show reconoció los beneficios
de mi asistencia en psicoterapia, pero también anotó mi empleo creciente para
actividades recreacionales. Poco después, la Agencia estadounidense de Lucha
Contra las Drogas (DEA) estableció una prohibición de tener relaciones conmigo,
por último resultó en mi clasificación como una droga de inventario I (J.C.T.)
Obviamente la historia no
termina aquí, pero en lugar de detallar todo lo que pasó desde entonces: la
propaganda contra mi, la lucha por el grupo MAPS (la Asociación
Multidisciplinario de Estudios
Psicodélicos) por el levantamiento de mi prohibición, y el próspero mercado
negro donde ahora vivo yo, compartiré con usted lo que he hecho—para que pueda
conocerme en un nivel más personal. ¿Desea escuchar primero del daño o la bendición que he causado? Es mejor
empezar con lo malo para que podamos terminar de buen humor.
Entonces, me gustaría
contarle la historia de Lucia Mancini, una joven italiana de 18 años. Lucia era
de una buena familia, tenía una hermanita y un hermano gemelo, y era muy
apegada a su madre, Sofia. Era buena estudiante—acababa de graduarse de la
escuela preparatoria como la mejor de su clase. Era el verano de 1986, y Lucia
fue con sus amigas a Ibiza para las vacaciones. Sus padres habían pagado por el
viaje como un regalo de graduación. Su gemelo, Lorenzo, fue con ellos para
visitar a un amigo. La primera noche allí, Lucia y todas sus amigas fueron a un
club y Lorenzo fue a los bares con su amigo. Lucia se divirtió por dos horas en
el club antes que nos conociéramos. Ella estaba bebiendo, bailando, y
disfrutando de toda la atención que le daban los hombres—era muy bonita. Luego,
me vio. Ahora bien, vio a Emilio, el muchacho con quien estaba yo. Emilio era
un chico malo, y no me pregunte cómo, pero eso atraía a las mujeres. Su sonrisa
seductiva fue suficiente para conquistar a Lucia.
Minutos después, Lucia
consciente y voluntariamente aceptó una bebida que me contenía, y yo entré en
la mente de una joven que nunca había probado ninguna droga antes. El problema
era que Emilio estaba tan intoxicado ya, y añadió a la bebida una dosis
obscenamente alta. Estaba demasiado fuerte para ella, y tras un corto periodo
de elación, o debemos decir, éxtasis, Lucia empezó a sentirse mal y débil. Luego
vomitó y se volvió incoherente. Emilio trató de darle agua, pero ella no podía retenerla.
Las amigas de Lucia no aparecieron de ninguna parte, así que Emilio la trajo a
las guardias de seguridad, y se fue rápidamente. Poco antes de la llegada de la
ambulancia, Lucia se sumergió en un estado de inconsciencia hipertérmica. En el
camino al hospital, ella empezó a tener unas convulsiones violentas. Una vez
allí, los doctores lavaron su estómago, y administraron una vía intravenosa
para rehidratarla. A pesar de todo, Lucia entró en coma y murió en el hospital
tres días después, en los brazos de su hermano Lorenzo.
Aunque es verdad que Lucia
es una de muchas personas cuyos vidas he cobrado, estadísticamente, solo he
matado a una porción minimísima de la gente que me usa. Además, el alcohol mata
a 25 veces más personas que yo cada año—y el tabaco unas 200 veces (Luno).
Después de escuchar mi próxima historia, dígame usted si piensa que el alcohol
o el tabaco han tenido alguna vez un efecto tan positivo que he tenido yo en la
vida de alguien. La próxima historia es sobre Shane y su novia Sue, y recuerde
que como la de Lucia, su suerte conmigo representa la de muchas otras.
Shane
fue diagnosticado con el cáncer de células renales en al año 1995, un poco
después de que él empezó a salir con Sue. Shane tenía 25 años y Sue tenía 28. Su
relación era casual en aquel momento, pero el diagnóstico no ahuyentó a Sue, y
ella la permanecía con él mientras él empezó su tratamiento. Su riñón canceroso
fue extirpado, pero luego se descubrió que el cáncer ya había extendido a su
pulmón. Mientras el amor de Sue y Shane crecía, desafortunadamente el cáncer
crecía también. No respondía a la quimioterapia, ni a tantos otros
tratamientos—aún algunos experimentales—que probaron los médicos. Shane
combatía el cáncer por seis años con Sue a su lado. Realmente estaban
enamorados, pero la enfermedad, y eventualmente la realidad de que él iba a
morir, creó una tensión en su relación. Vivían constantemente en un estado de
temor y estrés. La comunicación era difícil, y no podían discutir el cáncer ni,
hasta el final, la muerte. Un amigo sugirió que ellos me emplearan como
mediador para fomentar una relación florecida y constructiva (MAPS).
La primera vez que ellos me
incluyeron en su conversación fue en el año 1997. Durante la interacción,
eliminé la pared que ellos habían construido entre ellos. Se sintieron más
cercanos que se habían sentido en mucho tiempo. Se abrazaron y lloraron.
Finalmente, tuvieron el coraje para reconocer lo que estaba en sus pensamientos
todo el tiempo. Shane explicó que la única razón que él había estado
distanciándose de Sue era que no quería romper su corazón. Él no había querido
continuar con la relación después del diagnostico, porque sabía que tendría que
dejarla atrás. Sue explicó que temía acercársele a él porque sabía que lo
perdería. Retuvieron la cercanía que habían logrado esta noche, y con esta
nueva perspectiva, estaban capaces de ser más afectuosos diariamente. La
segunda sesión que tuve con Sue y Shane, dos años después, fue tan diferente.
Toda la noche fue pasada en silencio. Se acostaron bajo las estrellas en
silencio, y caminaron, cogido de los manos, en silencio. Las palabras no eran
necesarias. Ellos tuvieron una sensación de profunda intimidad. Cada uno sentía
que estaba en la mente del otro—que sabían lo que el otro estaba pensando (MAPS).
La tercera, y última sesión conmigo
fue poco antes de que Shane murió. Él estaba con una inmenso dolor físico, y
casi lisiado por el gran tumor que empujaba contra su columna vertebral, llenando el espacio donde una vez estaba su riñón. Pero esta noche, yo le libré
de todo su dolor, sin la ayuda de sus analgésicos. Él pudo caminar, aún bailar,
con la espada erguida. Los amantes pasaron la noche hablando y riendo como si
no existiera el cáncer. Disfrutaron de las 5-6 horas sin dolor mental ni
físico. Por la primera vez en más de un año, estaban capaces de tener intimas
relaciones físicas. Shane murió el 2 de octubre, 1999, pero no quebrantó la corazón
de Sue. Ella estaba todavía llena de un amor puro. Había aceptado la muerte de
su alma gemela porque se sentía satisfecha por la relación espiritual que les
ayudé a desarrollar (MAPS).
Pues,
he tomado más de su tiempo que le pedí. Pero supongo que eso es lo que hago a
veces: sacar más de la gente que ha consentido darme. Por otro lado, a veces
doy a la gente más que espera. Hoy he compartido con usted mis extremos buenos
y malos, aunque la naturaleza de mi poder no es
completamente blanco ni negro. No hablamos de mis áreas grises, que se encuentran a lo largo del
continuum, confía en que usted puede imaginarlas. Usted debe saber que el
continuum es más como una curva de campana—la mayoría de las personas que me
usan se sitúa en la mitad, donde son objetos de mis beneficios y mis detrimentos,
pero no a un extremos alcances. Tampoco hablamos del
factor del usuario—mucho depende de cómo me usa—la cantidad y si me combina con
otras drogas. Pero
ahora, ha llegado el momento de despedirme, y usted decidirá, si nos volveremos
a ver algún día. Me voy.